jueves, 4 de septiembre de 2008

VERANO CULTURAL: CENAS DE JUBILADOS.


De todos son conocidas las tradicionales “cenas de jubilados y pensionistas” que organiza el Ayuntamiento de Enguera, dentro de la programación del “Verano Cultural”. Sabemos de partidarios y detractores, no sólo ya de las cenas, sino también de la programación en sí. En este pequeño articulo, únicamente escribiré de estas “cenas” y de los que participamos en ellas.

Fue un evento desconocido para mí hasta el pasado año 2007. Por mi trabajo me vi metida en la corriente que nos arrastra durante un verano lleno de eventos, para disfrute y deleite de los enguerinos (aunque no todo el pueblo participa, disfruta o acude a los actos programados).

El primer día de estas “cenas” fue un tanto caótico, pero al terminar todo, quedaba la satisfacción del trabajo acabado, de alguna que otra felicitación, y el interrogante de saber que sucedería en la siguiente que se esperaba mucho más numerosa. Tanto mi compañera Nati como yo, quedamos exhaustas y boquiabiertas (sobre todo por la vida que transmiten nuestros mayores). La segunda cena (multitudinaria, por cierto), fue más de la anterior, pero algo más relajadas en cuanto a la expectativa de lo que sucedería. Decidimos que lo importante era que los asistentes se divirtieran, quedaran satisfechos con el ágape, y luego bailaran con la misma alegría de los 20 años. Animada por mi entrañable Maite “Castañas” (mi consuegra desde hace años y amiga de corazón), hasta me permití bailar alguna que otra “pieza”, como diría mi abuelo Julio. En fin, así hasta completar las noches programadas. Guardé un buen recuerdo que me ha acompañado durante el invierno.

Este año 2008, por suerte he vuelto a poder trabajar para el mismo programa. Más de lo mismo, más cenas… No temía el acontecimiento, al contrario, pensé que era bueno volver a ver a aquellas caras que me hicieron pasar unas noches tan divertidas. Y así ha sucedido. La meta final era, y ha sido, disfrutar de la charla, la cena, el baile, el abrazo, las biznagas de nuestro “monsieur andaluz”; en definitiva, de nuestro enguerinos mayores. Han sido unas noches intensas de trabajo, pero también de alegría, risas, bailes, incluso de algún piropo; siempre de agradecer. Volver a ver muchas caras del pasado año, echar de menos otras…

No busco polemizar, ni el debate, ni la critica… Sólo la reflexión. No podéis imaginar sus rostros cuando corren a sentarse, mientras cenan, cuando bailan…Comen, charlan, ríen, miran a todos lados (quién ha venido, quién no); después el baile, parejas danzando, mujeres con mujeres (muchas viudas lamentablemente), sudores… Rostros serios, rostros alegres, risas; también se abren paso otros sentimientos, pero no se dejan ver…Sólo se intuyen. Al terminar, nada de esto importa. Todos se despiden hasta el día siguiente, se marchan a casa con paso cansado, pero con ilusiones. Es lo más parecido a una “noche de marcha” de nuestros jovenes.

Nuestros mayores son fuente inagotable de conversación y debate. Unas veces, desde la perspectiva de su experiencia contada en interminables “batallitas” que terminan por aburrirnos; otras, desde la fortuna de seguir contando con ellos a nuestro lado (algunos no les tenemos). Pueden pasarse el día hablando de “males”, de la dieta, sus quejas sobre la juventud actual, de la añoranza de tiempos pasados… Lo único que he podido comprobar es que, en esos días, en esas “cenas”; nadie se acuerda de todo eso. Simplemente se acicalan con esmero, se ponen sus mejores galas, el mejor perfume, las pastillas en el bolso, unos zapatos que aguanten los pasodobles… Y muchas ganas de vivir.

¿Demasiadas cenas?... ¿Demasiados actos en función de la “tercera edad”?. Tengo mis dudas, porque algo si tengo claro: al terminar la noche caigo rendida en la cama igual que ellos, a veces pienso que incluso peor. ¿Me estaré haciendo mayor?