domingo, 18 de noviembre de 2007

Fiesta de San Gil


El pasado 1 de septiembre, se celebró la fiesta de San Gil en Enguera, cerrando así el Verano Cultural de esta población. A las 10 de la mañana emergían, como pequeños ríos con una desembocadura común, una multitud de niños, jóvenes, padres, abuelos; portando sus ramos, cruces, figuras, adornadas con deleite, imaginación y colorido; todos a una acudiendo a la bendición del hinojo en las puertas de la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel, Patrón de la villa.
Allí, les esperaba el cura párroco para proceder a la bendición de todos los trabajos, mientras los asistentes levantaban los brazos y coreaban en grito: “¡Viva San Gil, con las patas de badil, y las orejetas de bufacandil!”. Este estribillo daba comienzo a la procesión que recorre las calles de la población hasta el Convento, finalizando con una entrega de premios a las puertas de la Casa de la Cultura. Este año, la fiesta ha contado con un aliciente añadido, ya que, por vez primera, se ha entregado a los participantes unos pañuelos de color amarillo con la efigie del santo. Cerca de un millar de prendas se regalaron, haciendo desbordar las expectativas creadas, puesto que la asistencia se ha calculado en unas 1500 personas, como ratifican fuentes del Ayuntamiento.
Durante el recorrido procesional, la gente rompió en aplausos y risas, ante la sorpresa y asombro que provocaron algunos trabajos. El primer premio recayó en la figura que representaba la campana “Micaela” (ubicada en la torre campanario de la población), muy querida por todos los enguerinos. El premio al ramo más largo fue, como en anteriores ediciones, a parar a manos del grupo Juniors; mencionando también el trabajo realizado por el grupo de Catequesis. Otros trabajos destacados fueron el de un gran perro, un caballito balancín, y tantos otros que, a petición de la Alcaldía, han depositado en el patio de la Casa de la Cultura, con la finalidad de que se pueda visitar durante esta semana, llenando el mismo del aroma inconfundible del hinojo. El resto se lo llevaron a sus casas como recuerdo o para elaborar, cuando apetezca, ricas infusiones y licores.
Esta fiesta tan antigua terminaba, hace muchos años, con una pequeña batalla entre porras, cruces y ramos; provocando más de un llanto, al ver como quedaba el trabajo hecho durante días sin banderitas, sin color, sin formas, destrozado… Días de caminar con sol, recogiendo el preciado hinojo a orillas de carretera, caminos; para tener suficiente para el ramo o figura a elaborar. Darle forma, innovar, hacer las banderitas (antiguamente se pegaban con “gachas” de harina), colocarlas… Actualmente, estas “peleetas” se han ido perdiendo. No sabemos si, en los orígenes de la fiesta, se hacía de la misma manera; no obstante queda claro que la bendición se efectuaba tal y como representa el grabado de la revista El Museo Universal, en su edición de 1862, y que representa a la población esperando este momento. De momento, vista la participación de este año, y sumando los numerosos visitantes de las poblaciones cercanas al evento, está claro que San Gil tiene más fuerza que nunca. Arraigo, tradición y mucha voluntad, así es Enguera con sus costumbres.

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